Bautismo en el Espíritu Santo
Juan el Bautista proclamó en el desierto: "Yo os bautizo en agua para conversión; pero aquel que viene detrás de mí es más fuerte que yo... Él os bautizará en Espíritu Santo y fuego" (Mateo 3,11).
Cuando Jesús resucitó, mientras comía con sus discípulos, les ordenó que no se fueran de Jerusalén, sino que esperaran la Promesa del Padre: que Juan bautizó con agua, pero ellos serían bautizados en el Espíritu Santo dentro de pocos días (Hechos 1,4-5).
Ahí mismo Jesús agregó, antes de subir al cielo: "sino que recibiréis el poder del Espíritu Santo, que vendrá sobre vosotros, y seréis mis testigos en Jerusalén, en toda Judea y Samaria, y hasta los confines de la tierra" (Hechos 1,8).
Jesús no permite que sus discípulos salgan a predicar hasta que no hayan recibido el poder del Espíritu Santo. Y es que el poder del Espíritu Santo nos otorga sus dones (I Co 12); el cambio de vida (Gálatas 5,22-23) y se combaten los frutos de la carne (Gálatas 5,18-21). En esta vida en el Espíritu no será necesario decirle a otro que cambie, pues el Espíritu Santo nos dirá y nos cambiará. Es decir, sentiremos el deseo de cambiar (Hebreos 8,10-11).
Los discípulos hicieron caso y esperaron la venida del Espíritu Santo y vean lo que ocurrió: "Al llegar el día de Pentecostés, estaban todos reunidos en un mismo lugar. De repente vino del cielo un ruido como el de una ráfaga de viento impetuoso, que llenó toda la casa en la que se encontraban. Se les aparecieron unas lenguas como de fuego que se repartieron y se posaron sobre cada uno de ellos, quedaron todos llenos del Espíritu Santo y se pusieron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu les concedía expresarse" (Hechos 2,1-4).
También se narran Bautizos en el Espíritu Santo en Hechos 8,14-17; 10,44-48; 19,1-7.
Notamos algunas características importantes: se recibía el don de hablar en lenguas, profetizaban, viento, ruido, parecían borrachos o locos, etc. Cuando el Espíritu Santo viene sobre nosotros, vienen los dones espirituales, muchos hablan de calor, visiones, experiencias místicas diversas, etc.
Pedro dijo que para recibir el don del Espíritu Santo es necesario convertirse (Hechos 2,38-39). Un canto dice: "No es con la fuerza ni la violencia como este mundo cambiará, sino con el Espíritu de Dios". La solución para la crisis de valores que vive el mundo, las drogas, las guerras, la violencias, la injusticia, la decadencia moral, la homosexualidad no es la represión ni las cárceles, ni siquiera mejores condiciones económicas y sociales sino el Espíritu Santo.
